sábado, 14 de abril de 2012

Capítulo 1: El Extraño.

Eran las seis y todavia no había llegado. Ya estaba acostumbrada a esperarla, pero nunca había tenido que hacerlo tanto. Una hora. Volví a mirar el móvil y nada. "Ding - Dong". Habían tocado el timbre. Bajé las escaleras de tres en tres. Una vez delante de ella respiré hondo y abrí.
 - ¡Hola hola! - Era Sandra mi mejor amiga.
 - ¿Hola hola? ¿Llegas una hora y seis minutos tarde y lo primero que dices es hola hola? - Le dije con un tono de enfado.- ¿Dónde te habías metido?
 - Es que he tenido... ya sabes... C-a-r-l-o-s. - Dijo en voz baja.
 - ¿CARLOS? - Grité- Es decir... te he tenido que esperar por... ¿Carlos?
 - Oye, perdona, pero te recuerdo que yo te tuve que esperar una hora y cuarenta y dos minutos por tu "Salva". Y bueno, déjame pasar, que me estoy asando de calor aquí fuera.

Sandra era mi mejor amiga desde hacía seis años. Todos los días del año estábamos juntas, y hoy, no podía ser excepción. Sandra era rubia, de ojos verdes y no muy alta, pero era guapisima. Tenía 17 años, igual que yo, y para mí era como mi hermana.
Subimos a mi cuarto mientras ella me contaba que había pasado con Carlos, su supuesto "novio", con el que yo, sinceramente, no me llevaba muy bien.
 - ¿Cuál me pongo? ¿La verde o la amarilla? - Le dije mostrándole las dos camisas.
 - Yo creo... que la amarilla. Así te puedes poner esa mini tan sexy. - Me contestó riéndose.

Mientras terminaba de arreglarme le pedí que bajara y me sacara las zapatillas. Me miré por última vez en el espejo mientras me peinaba. Era medio pelirroja, con ojos marrones oscuros, pecas y pelo largo.
Cuando bajé, estaba Sandra esperándome en la puerta mirando con cara de boba hacia la calle.
- Mira mira mira, tu vecino.... ummmmm.
Estaba lavando el coche en la puerta, y la verdad es que era muy guapo, pero ya tenía novia.
 - Adiós.- Le dijimos a la vez.
Él nos sonrió y nos respondió con un simple "Hasta luego".

Seguimos nuestro camino hacia el centro de Carrascalejo, nuestro pequeño pueblo. Eran las siete de la tarde y no se veía a nadie por las calles. Llegamos al pequño quiosco y entramos para comprarnos unos helados. Estaba vacío, por lo que la mujer nos atendió rápidamente y nos marchamos al momento. Al darme la vuelta para salir del quiosco, choqué con alguien y el helado cayó en su camisa.
Era un jóven muchacho un poco más alto que yo. Tenía unos ojos azules y un pelo moreno. Su piel era blanca, casi transparente, y sus labios, rojos.  No podía dejar de mirarle esos ojos azul cielo. Parecía que el tiempo se había parado, hasta que oí la risa de Sandra de fondo. Entonces algo me salió de entre mis labios:
 - Lo siento mucho de verdad. No te he visto entrar.- Le dije mientras le limpiaba con un pañuelo la camisa.
 - No pasa nada.
De repente sentí que algo me cogía la mano y la apartaba de su camisa. Era frío. Era... la mano del muchacho.
Solté corriendo la mano del extraño y salí corriendo del quiosco.
Sandra siguió mis pasos, pero antes de salir, se disculpó con el muchacho:
 - Perdónala, no tiene un buen día. Adiós.
Cuando ella salió, yo estaba cinco metros delante de ella, andando deprisa.
 - Espera Bea.
Me paré en seco. Oí como se acercaba a mí. Pero no me atreví a mirarla.
 - ¿Qué te ha pasado? ¿ Porqué has salido así del quiosco?
No le contesté.
 - Bea, contéstame.
Levanté la cabeza y le dije:
 - Volvamos a casa por favor.
 - ¿Qué?
 - Que volvamos a mi casa por favor.
 - Vale, pero quiero que me expliques que te ha pasado.
 - Cuando lleguemos a casa te lo explico todo.

Antes de darnos la vuelta para volver a mi casa, ví salir al extraño del quiosco, y su mirada estaba fija en mí. Clavada. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.
Cogí a Sandra de la mano y andamos a paso rápido hacia mi casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario