lunes, 28 de mayo de 2012

Capítulo 5: La llamada.

Cuando entré en casa, mi madre estaba de limpieza.
 - ¡Buenos días cariño!
 - Hola mamá; toma las medicinas.
 - Muchas gracias.- Me dijo.
 - Si necesitas algo, llamamé, que estaré en mi cuarto.

Mi cuarto estaba en silencio, el único sonido que había era el de los pájaros, ya que mi ventana estaba abierta. Miré mi nóvil y marqué el número de Sandra.
 - Vente para mi casa pero ya, que tengo que hablar contigo.- Le dije.
 - Pues... me acabo de levantar, pero en una hora como mucho estoy allí.
 - Venga, sea lo que sea, date prisa por favor.

Me senté en la cama y me quedé pensando en todo lo ocurrido estos últimos días, pero alguien interrumpió mis pensamientos.
 - Bea, te llaman por teléfono.- Me dijo mi hermano Fede.
 - ¿Quién?
 - Yo que sé, un tal Eric o algo así.
 - ¿Eric? - Dije asombrada. ¿Cómo podía saber mi número de casa?
 - Venga, ponte, que va a colgar.- Me insistió.
 - ¡Qué ya voy Dios!
 Bajé las escaleras rápidamente y contesté.
 - ¿Quién te ha dado mi número Eric?
 - Bea, existen guías telefónicas, ¿sabes?
 - Bueno, pues dime lo que sea, que me tengo que ir.
 - Únicamente quería saber si ya has pensado en eso. Lo que hablamos...
 - Pues no, todavía no he tenido tiempo para poder pensarlo.
 - ¿Y cuándo vas a tener? Es que, no es por meterte prisa, pero tengo ganas de saber tu respuesta.
 - Bueno, ¿y porqué no me lo dices tú, y así acabamos antes?
 - Prefiero oírlo de tu boca.
 - Te recuerdo Eric, que tú debes contestarme antes a mis dos preguntas.
 - Y si te contesto, ¿prometes sacar tiempo para la mía?
 - Te lo prometo.- Dije muy convencida.
 - Bien, pero si no te importa, preferiría que quedaramos y así decírtelo todo a la cara.
 - Vale, me parece bien. ¿Cuándo?
 - Dentro de una hora en la puerta del Supermercado.
 - Vale, hasta entonces.
 - Bea.- Dijo.
 - ¿Qué?
 - Ve pensándolo.
 - Adiós.

Fue colgar el teléfono y que tocaran al timbre. Sandra ya estaba aquí. Traía unas gafas de sol que no se las había visto nunca puestas. Le quedaban muy bien.
 - Venga, ya puedes estar contándome.- Me insistió.
Subimos a mi cuarto y le conté lo sucedido ayer, y la llamada que había recibido hacía menos de diez minutos.
 - Venga, y ahora me dirás que no se gusta de tí.
 - ¡Anda!
 - Que sí tía, o si no a ver porque se ha interesado tanto en tí.
 -No sé... sea lo que sea, hoy voy a saber la verdad. Y bueno, ahora te toca a ti contarme quién era ese muchacho con el que estabas cuando te llame.
 - Pues es que verás, conocí a un muchacho muy guapo. Ha venido de Portugal con toda su familia, y se llama Ryan. Es moreno y de ojos azules, muy simpático, y creo que le gusto.
 - ¿Moreno? ¿De ojos azules?... - En ese momento me acordé de los muchachos que había visto entrar en el Supermercado el otro día. - No sabrás sus apellidos, ¿no?
 - Pues sí, Ryan Filho, y tiene dos hermanas más y un hermano, creo. Es que ayer nos dió tiempo a hablar de muchas cosas.
 - Sandra... ¡ES HERMANO DE ERIC!
 - ¿Qué?
 - Que Eric se apellida Filho, y no creo que sea una simple coincidencia...
 - La verdad que ahora que lo dices... si que se parecían... y mucho.
 - No te preocupes, porque luego pienso preguntárselo.
 - ¡Sí, por favor!

Sandra se marchó, pero no sin antes decirme al menos veinte veces que la llamara en cuanto descubriera algo.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario